España siempre tuvo claro que el futuro del Sáhara pasaba por una situación de autonomía vinculada a España o por su independencia, y que era territorialmente distinto a Marruecos. Únicamente las singulares circunstancias por las que atravesaba España y la presión de la “Marcha Verde” hicieron que abandonara el territorio y entregara a Marruecos la administración, que nunca la soberanía, que en ningún momento se mencionó en los Acuerdos de Cesión, dado que no correspondía a España la misma.
Según un informe solicitado por el Consejo de Seguridad a la asesoría jurídica de las Naciones Unidas, los Acuerdos de Madrid no hicieron a Marruecos ni a Mauritania potencias administradoras del territorio, por lo que este sigue siendo, a efectos jurídicos, un territorio no autónomo.
Uno de los Este informe (documento S/2002/161) dirigido al presidente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y fechado el 29 de enero de 2002, indica en su párrafo sexto:
El 14 de noviembre de 1975 España, Marruecos y Mauritania emitieron en Madrid una declaración de principios sobre el Sahara Occidental (el “Acuerdo de Madrid”), con arreglo al cual las facultades y responsabilidades de España, como Potencia administradora del Territorio, se transfirieron a una administración temporal tripartita. El Acuerdo de Madrid no transfirió la soberanía sobre el Territorio ni confirió a ninguno de los signatarios la condición de Potencia administradora, condición que España, por sí sola, no podía haber transferido unilateralmente. La transferencia de la autoridad administrativa sobre el Territorio a Marruecos y Mauritania en 1975 no afectó la condición internacional del Sahara Occidental como Territorio no autónomo.
A partir de ese momento el problema del Sáhara pasó a ser de Marruecos y de la ONU, que ha intentado en distintas ocasiones buscar una solución a esta problemática, que provoca que unos cuantos miles de personas sean apátridas y que esta situación persista, a pesar de haber transcurrido 35 años.
La posición adoptada por Estados Unidos, a partir de la década de los ochenta, de convertirse en “ gendarme universal “ le hizo entrar, esta de vez de manera más abierta, en los débiles intentos de solución del conflicto durante los últimos años.
James Baker, que fue Secretario de Estado con el Presidente Bush padre entre 1989 y 1992, intentó con gran perseverancia, y apoyado mayoritariamente por la ONU, que los gobernantes de Marruecos llegaran a un acuerdo con el Frente Polisario para llegar a una solución definitiva del conflicto saharahui.
La solución propuesta por Baker pasaba por dos fases, una primera de autonomía para el Sáhara occidental y, transcurridos 5 años, otra fase que pasaba por la realización de un referéndum de autodeterminación controlado por la ONU.
Esta solución no fue aceptada por Marruecos y el problema está pendiente de negociaciones para intentar llegar a alguna solución viable que evite la actual situación de callejón sin salida que está llevando a las consecuencias dramáticas actuales, con graves vulneraciones de los derechos humanos y pérdida de vidas humanas.
No cabe duda que la solución pasa por una difícil concertación de los intereses de los países implicados : España, Francia, Marruecos, Argelia, con los de los propios saharauis y los de la Unión Europea y Estados Unidos, especialmente de estos últimos, que dado que contribuyeron de manera decisiva a la aparición del problema están obligados a darle una solución ya y no a diferirlo sine die generando su putrefacción.
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