Como en 'Wilaya', Nadhira Mohamed (Fatimetu) pasa mucho tiempo en España, mientras que el día a día de Memona Mohamed (Hayat) transcurre en un campamento de refugiados. Pero, lejos de existir entre ellas grandes diferencias, las dos entienden del mismo modo la lucha saharaui y coinciden en el papel esencial que la mujer tiene en ella.
-A pesar de tener el mismo apellido, hay que dejar claro que no sois hermanas en la vida real.
-Memona Mohamed (M.M). En realidad, somos hermanas de alma.
-Nadhira Mohamed(N.M). Pedro quería que los actores interiorizaran lo que él quería hacer. Por ello, vivimos juntas durante el rodaje, nos despertábamos juntas, bailábamos, nos reíamos y también nos apoyábamos en el trabajo. Así logramos la complicidad que se aprecia en la película.
-¿Qué fue lo que os enganchó a este proyecto?
N. M. El papel de la mujer, lo que iba a suponer que la gente viese lo que son capaces de hacer las mujeres saharauis. Y, en mi caso, lo que más me llamó la atención fue el personaje de Fatimetu. Creo que es importante que el mundo sepa cuál es la realidad de la mujer saharaui.
-M.M. Comparto lo que ha dicho mi compañera. Quería demostrar de lo que es capaz la mujer saharaui, su fuerza y la voluntad que tiene de seguir hacia delante.
-En este sentido, ¿cómo veis a la mujer dentro del pueblo saharaui?
-N.M. De la misma manera. Está muy claro su papel. Desde que los hombres empezaron a luchar en 1975 la mujer ha sido quien ha levantado al pueblo, quien ha hecho de médico, de padre, de madre..., y quien ha consolado a los hijos cuando se han quedado sin un hermano caído en la guerra.
-Y vuestros puntos de vista sobre la cultura saharaui, ¿son muy diferentes, una desde España y la otra desde el Sahara?
-N.M. Es verdad que venimos de una cultura musulmana, con unas costumbres muy arraigadas. Cuando llegas a España y convives con occidentales te planteas si quieres esa vida. Pero miras atrás, piensas en tu infancia y en el sentido que tendría tu vida si no te hubieses criado en esos campamentos de refugiados. Por ello siempre intento tomar lo mejor de cada cultura, fusionarlo y aplicarlo a mi vida
-M.M. Somos una cultura abierta, que se adapta a situaciones nuevas. Por ejemplo, en Argelia no está bien visto que una mujer coma sola en un restaurante, sin embargo, en mi cultura, al estar más unida a la occidental, ya se considera algo normal de las nuevas generaciones.
-¿'Wilaya' refleja la vida en los campamentos de refugiados?
-N.M. Hay mucha ficción. Por ejemplo, nosotros somos muy alegres, nos gusta la fiesta, cantar, bailar, estar en familia. La película, sin embargo, cuenta un drama. Pero, créeme, a pesar de estar en los campamentos, lo que nos hace aguantar es la felicidad en la que vivimos.
M.M. Hay personas que pasan un tiempo con nosotros para prestar ayuda y les sorprende ver a las familias felices con lo que tienen y a los niños siempre con una sonrisa en los labios.
fuente: diariosur.es
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